Tuesday, March 25, 2014

JUZGAD SEGÚN LOS JUICIOS DE JESÚS

Mateo 7:1-12
1No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. 3¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 5¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.6No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen. 7Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 9¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? 12Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas”.

INTRODUCCIÓN: Antes de comenzar nuestro estudio en Mateo 7:1-12, recordemos que Jesús dijo JUZGAD CON JUSTO JUICIO.  “Justo” aquí quiere decir “recto”, o según las Escrituras.  Esta orden de nuestro Señor Jesucristo se halla en Juan 7:24:  “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”.   Nótese que hay dos mandamientos en este versículo.  ¿Cuáles son?

Generalmente, hay tres categorías de juicios que la gente usa:

1) Juicio para Condenar
2) Juicio para Criticar
3) Juicio para Corregir

Con “juicio para condenar” queremos decir para condenar a una persona al infierno.  Dios Padre solamente dio esta autoridad y este poder a Dios Hijo:  “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo” (Juan 5:22).

Aquí tenemos unas escrituras que tienen que ver con juicio condenatorio:
                                                        
(Jn 5:26–27) “26Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; 27y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.”

(Hch 10:42) “Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos”.

(Hch 17:31) “Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.”

(Ro 2:16) “En el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio”.

(Ro 3:19) “Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios”.

En el Juicio del Gran Trono Blanco, mencionado en Apocalipsis 20:11-15, se tomará lugar el último juicio condenatorio cuando Cristo juzga a toda la gente no salva antes de que sean echados al Lago de Fuego.  Aunque merecen muerte eterna, no todos tienen la misma culpabilidad.  Serán castigados “según sus obras” o sea según la cantidad de mal que hayan hecho.   Ahora los muertos incrédulos están en el Hades esperando el Juicio.

(Ap 20:11–15) “11Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. 12Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. 13Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. 14Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. 15Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.”

En El Tribunal de Cristo todos los cristianos serán juzgados, no para decidir si van al cielo, pero para saber cuantos galardones recibirán.  2 Corintios 5:10 dice: Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”.

Ahora veamos Mateo 7:1-12. Jesús enseña acerca de juicio para criticar y juicio para corregir.  (Mi enseñanza de este pasaje tiene siete divisiones.  Aquí esta la primera.)

     I. LA PRECAUCIÓN AL JUZGAR - Mateo 7:1-2
1No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido” (7:1–2).

En Mateo 7:1-2 Jesús enseña en cuanto al juicio para criticar o lo que muchos comentarios llaman juicio para censurar.   Se puede describir como  buscar  defectos, o quejarse por cosas insignificantes, y toda clase de critica injusta.

A. La Comisión prohibiendo Juzgar para Criticar – Mt. 7:1a
No juzguéis” (7:1a).

 Noten el énfasis que pone Jesús cuando dice “No juzguéis.”  Solamente es la primera parte de la oración, pero definitivamente es una orden.  Jesucristo mandó a los Cristianos no criticar.  !No lo hagan! Es prohibido.

El método de los fariseos era juzgar para criticar constantemente.  Hacían sus propias tradiciones y los llamaban Verdad.  Entonces juzgaban a la gente según las tradiciones que ellos mismos inventaron.  Jesús confrontó este problema vez tras vez con los líderes religiosos.

En Mateo 23:1-3 tenemos un ejemplo: “1Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: 2En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. 3Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen”.

B. Las Consecuencias de Juzgar para Criticar – Mt. 7:1b-2
1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido” (7:1b-2).

Jesús nos advierte aquí que juzgar para criticar será como un bumerán—volverá contra la persona que lo hace.

Una de nuestras hijas era, según el diagnosis del doctor, “hiperactiva”.  Era demasiado inquieta.  Nunca dejaba de correr de aquí para allá mientras no estaba dormida.  Constantemente se subía a todo y brincaba.  Comía cualquier cosa que hallaba para ver a que sabía.  Desarmaba las cosas para satisfacer su muy activa curiosidad.  Era una niña amable y generalmente no era desobediente, pero necesitaba cuidado constante para que no se hiciera daño o destruyera las cosas.  Unos amigos nuestros tenían dos niños cerca de la misma edad de nuestra hija.  Estos niños se portaban como angelitos, tranquilos y queditos.  Estos amigos nos exhortaron porque creían que nunca castigábamos a nuestra niña, lo cual no era cierto.  Unos años después ellos y nosotros tuvimos bebés en el mismo mes.  Nuestra nueva hijita salió quieta, tranquila, nada difícil de criar.  La otra pareja, en cambio, tuvieron un lindo niño pelirrojo, muy inquieto.  Parecía que estaba en todas partes a la vez, agarrando cosas.  Todas las ideas de sus papás de como crear a un niño perfecto se volaron por la ventana.

En el libro de Ester tenemos la historia de un señor Amán que juzgaba a otro hombre llamado Mardoqueo.  (Si no ha leído últimamente el libro de Ester, sugiero que lo lea de nuevo.  Es intensamente interesante, y yo tendré que pasar por alto aquí la mayoría de los detalles fascinantes).

Amán era el mas importante de todos los nobles del rey de Persia, algo así como el primer ministro.  El rey ordenó que todos se inclinaran cuando Amán pasaba.  Pero Mardoqueo rehusaba inclinarse delante de este hombre.  Amán se puso tan furioso que hizo un plan para matar no solo a Mardoqueo,  sino para aniquilar a todos sus paisanos los judíos.  Le pidió al rey que hiciera un decreto que en cierta fecha todos podían matar a los judíos del reino y apoderarse de sus bienes.  Pero Dios había puesto a una bella joven judía en el palacio—la Reyna Ester—aunque nadie sabía que era judía.  Mardoqueo, su primo que le había criado porque era huérfana, en ese tiempo descubrió un complot para matar al rey y le informó, salvándole la vida.  Amán había mandado a hacer una horca setenta y cinco pies de alto para ahorcar a Mardoqueo.  Cuando la Reina Ester reveló al rey que ella y Mardoqueo eran judíos y que Amán quería destruirles a ellos y a todos sus compatriotas, el rey mandó que ahorcaran a Amán y sus diez hijos en la horca que había hecho para Mardoqueo.  ¡Y los judíos se salvaron!


(Se continuará—Seguirá la División II)

Friday, March 7, 2014

LA TEOLOGÍA DEL TEMOR Divisiones VI y VII


VI.  LA EXHORTACIÓN  A TEMER A DIOS – Mat. 10:28
VII. EL EJEMPLO DEL TEMOR DE DIOS – Is. 11:1-3

Nos anima mucho que tantos de Uds. han seguido con nosotros en este estudio de La Teología del Temor.  Muchas gracias por todos sus comentarios.  He hecho corto el mensaje a propósito, esperando que los que quieran aprovechar de verdad estudien diligentemente para poner la carne en el esqueleto por si mismo.

Un ministro me habló por teléfono para platicar de lo que he estado escribiendo aquí.  Tuvimos una plática agradable en cuanto a varias cosas por unos minutos, y yo me preguntaba que me iba a decir en cuanto al mensaje.  Al fin mencionó que el estudio le había hecho estar muy consciente de la necesidad de temer a Dios. Yo le contesté que el temor de Jehová es el principio de la sabiduría.”  Por un rato hubo silencio en el teléfono.  Entonces dijo pensativamente, “Es cierto . . . el temor de Jehová . . . es el principio . . . de la sabiduría . . . de Dios”.

VI. LA EXHORTACIÓN A TEMER A DIOS
Necesitamos temer a Dios en todas las circunstancias de la vida.

Nótese que temer a Dios es una orden.  Las escrituras son muy claras en cuanto a esto.

Y nos mandó Jehová que cumplamos todos estos estatutos, y que temamos a Jehová nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos conserve la vida, como hasta hoy” (Dt. 6:24).

En pos de Jehová vuestro Dios andaréis; a él temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis su voz, a él serviréis, y a él seguiréis” (Dt. 13:4).

Temed a Jehová, vosotros sus santos, Pues nada falta a los que le temen” (Sal. 34:9).

 “25Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. 26De parte mía es puesta esta ordenanza: Que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin” (Dn. 6:25-26).

 “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mt. 10:28).

“Diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Ap. 14:7).


VII. EL EJEMPLO DEL TEMOR DE DIOS
El Señor Jesucristo es nuestro ejemplo principal de lo que quiere decir temer a Dios.  Él siempre obedecía al Padre.  ¡Qué buen ejemplo!

13El temor de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, el mal camino, Y la boca perversa, aborrezco. 14Conmigo está el consejo y el buen juicio; Yo soy la inteligencia; mío es el poder. 15Por mí reinan los reyes, Y los príncipes determinan justicia. 16Por mí dominan los príncipes, Y todos los gobernadores juzgan la tierra. 17Yo amo a los que me aman, Y me hallan los que temprano me buscan. 18Las riquezas y la honra están conmigo; Riquezas duraderas, y justicia. 19Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado; Y mi rédito mejor que la plata escogida. 20Por vereda de justicia guiaré, Por en medio de sendas de juicio, 21Para hacer que los que me aman tengan su heredad, Y que yo llene sus tesoros” (Pr. 8:13-21).

1Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. 2Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. 3Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; 4sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. 5Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura” (Is. 11:1-5).

Dios Padre dijo a Dios Hijo: “Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros” (He. 1:9).