Sunday, April 13, 2014

LA RESURRECCIÓN DEL REDENTOR

 Mateo 28:1-18

I.  EL SEÑOR RESUCITÓ - Mateo 28:18aa
Y Jesús se acercó” (18a) de donde?   Llegó de la tumba—CRISTO RESUCITÓ!

A. La realidad de la resurrección – Mt. 28:1-5
1Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. 2Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. 3Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. 4Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. 5Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado” (28:1-5).

B. El reconocimiento de la resurrección – Mt. 28:6,7
6No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. 7E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho” (28:6,7).

C.  El regocijo por la resurrección  – Mt. 28:8
Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos (28:8).

D.  La reafirmación de la resurrección – Mt. 28:9-11
9He aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron. 10Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán. 11Mientras ellas iban, he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido” (28:9-11).
                                            
E. El rechazo de la resurrección – Mt. 28:12-15
12Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, 13diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. 14Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. 15Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy” (28:12-15).

F. Los resultados de la resurrección – Mt. 28:16-17
16Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. 17Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban” (28:16-17).

G. El recomisionamiento después de la resurrección  – Mt. 28:18-20
18Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (28:18-20).

II.  EL SEÑOR REINA - Mateo 28:18ab
Y Jesús se acercó y les habló” (28:18ab).

En esta ocasión, Jesús no vino a los discipulos para servirles el desayuno, aunque eso había hecho en otra ocasión (Juan 21:9-10).  Esta vez llegó como su gran Comandante para darles sus ordenes especiales. Les dió lo que llamamos la gran comisión: “Id, y haced discípulos a todas las naciones. . . .”  (28:19a).

Jesús llegó con ellos y les habló.  No era un zombi caminando por allí como unos de los fariseos querían que la gente creyera.  Era el Rey de reyes que les hablaba.  “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hch 2:36).


Friday, April 11, 2014

JUZGAD SEGÚN LOS JUICIOS DE JESÚS

Introducción: Estamos estudiando Mateo 7:1-12.  En versículos 3 & 4 Jesús enseña en cuanto al problema que surge cuando una persona juzga incorrectamente.  (Mi enseñanza de este pasaje tiene siete divisiones.  Aquí está la segunda.)


II. EL PROBLEMA AL JUZGAR – Mateo 7:3-4
3¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?” (7:3-4).

Un ejemplo moderno del principio que Jesús ilustra aquí es el político rico que riega sus espaciosas jardines con regularidad, pero espera que la gente corriente conserve el agua, no dejando que chorrea de la llave mientras limpien los dientes.  O él que viaja por dondequiera en su avión reactor pero critica a la gente que compra vehículos de ocho cilindros porque usan mucha gasolina.

Recordemos que Cristo dirigió este relato a hermanos de Israel, no hermanos de la iglesia. Pero sí se puede aplicar—mejor dicho se debe aplicar— los principios a esta época de la iglesia.

Otra vez, aquí esta el texto:  “3¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?” (Mt 7:3-4).

Jesús habla aquí del problema del pecado, no el problema de la vista.  Usa un hipérbole que atrae la atención.  Sus oyentes judíos entenderían y apreciarían esta ilustración.

El problema es lo siguiente:  El hombre con una astilla de un poste en su oyó cree que ve suficiente bien para quitar del ojo de la otra persona un pedacito de paja que ni es visible.  Un buen comentario sobre estos versículos se halla en la parábola del fariseo y el publicano en Lucas 18:9-14.

9A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: 10Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. 11El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. 13Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 14Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido” (Lc 18:9-14).

A. El Pecador hipócrita
El problema del pecador hipócrita es que es santurrón.  Siempre cree que está en lo correcto, juzgando por sus propios tradiciones.   Es religioso en su propia religión.

El fariseo en la parábola piensa que él está bien con Dios y que no tiene pecado.  Así es que se siente libre para criticar al publicano por los pecados que ve en su vida.

B.  El Pecador honesto
 El pecador honesto se juzga a si mismo.  Se siente humilde, reconociendo que es pecador y que necesita la misericordia de Dios para ser salvo.  No depende de su propia rectitud.  Jesús hace un comentario especial en cuanto al pecador honesto.  Dice,  “Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido” (Lc 18:14).   

Solamente un pecador honesto puede ser salvo.  El Señor enfatiza esto en la parábola del sembrador en Lucas 8:15:  “Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto [honesto] retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia”.

Aplicando la parábola del fariseo y el publicano a cristianos, muchos buenos comentaristas bíblicos citan la ilustración de David y Betsabé en 2 Samuel 12:1-7:

1Jehová envió a Natán a David; y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. 2El rico tenía numerosas ovejas y vacas; 3pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija. 4Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él. 5Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte. 6Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia. 7Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre. Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl” (2 Sam 12:1-7).

(Se continuará—Seguirá la división III)